jueves, 22 de febrero de 2007

Carta desde el cielo

¡Hola cariño!

Seguro que no esperabas que te escribiese, pero no podía marcharme sin despedirme, porque tú has sido la persona más importante en mi vida. Me gustaría decirte tantas cosas que ahora mismo no se me ocurre ninguna. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero como se suele decir, esto ocurre hasta en las mejores familias. Desde el momento en que nos conocimos supe que eras especial, y conforme iba pasando el tiempo, me daba cada vez más cuenta de que no me equivocaba, bastaba casi con mirarnos para saber lo que pensábamos cada uno, veía en tus ojos un brillo que decían que me querías con todo tu corazón. Podía caminar a tu lado sin decir ni una palabra durante horas, y tan solo sentir el calor de tu mano junto a la mía, me hacía disfrutar de aquellos paseos.

Uno de los mejores momentos del día, venía con la noche, era como si cada día me esperase un regalo en la cama, y para mi, ese regalo eras tú. Siempre nos dormíamos con mi cabeza apoyada en tu pecho, y justo cuando ya me estaba quedando dormida, tú me abrazabas suavemente. En ese momento, yo me sentía la mujer más segura del mundo, estaba segura de que si cayese una bomba justo encima nuestro no me pasaría nada porque tu estabas ahí para protegerme.

Pero si de verdad hay algo realmente increíble en este mundo, son nuestros dos nenes, ¿puede haber algo más maravilloso? Yo estoy segura que no. Me encantaba ver como los abrazabas, como os peleabais para ver quien salía más en el fotomatón, como los subías a caballito, como sonreías cuando los veías hacer alguna trastada, en fin, tantas cosas que no terminaría nunca. Por eso sé, que aunque yo no esté, los dejo en buenas manos, en las mejores manos.

Me tengo que despedir ya mi vida, solamente quería escribirte esta carta para que supieses lo mucho que te quiero y sobre todo para decirte que no te culpes por nada, yo sé, que si tu hubieses sabido que nos saldríamos en aquella curva, seguro que no habríamos ido tan rápido, pero por eso no te culpo, porque sé que tú serías incapaz de hacerme ningún daño. Te quiero mi vida, y te esperaré el tiempo que haga falta.

Un millón de besos.